Esta ancianita pertenece a un compañero de rondalla de mi suegro.
Antes de ser de él fue de una familia a la que le unía una gran amistad y de la que ya no queda nadie. Lo que la convierte en una guitarra muy valorada emocionalmente hablando.
Es una Juan Estruch, pero no sé de qué año, aunque debe tener más que yo...
Había "sufrido" una restauración en la que le pintaron el mástil y el diapasón (trastes incluidos...) de negro. Estaba muy bien barnizada pero el lijado previo fue una "escabechina"
En las siguientes fotos se puede apreciar el clavijero tradicional con clavijas de madera. Y las marcas dejadas en el reverso del mástil por una cejilla "perforadora".
Como consecuencia del excesivo y mal decapado y lijado (seguramente a máquina) la tapa quedó afectada en su grosor y hasta deja ver los refuerzos de los aros.
Su dueño me la trajo sin cuerdas para que la restaurara, ya que temía que al poner las cuerdas la tapa no aguantara. Yo le aconsejé no cambiar la tapa ya que perdería mucho valor sentimental y "originalidad". Así que si podía, simplemente la devolvería a la vida. Si no aguantaba la presión siempre podía cambiarse la tapa o dejarla como recuerdo, que es lo que en principio quería él.
Como se puede observar hay fallos en el lijado que dejan unas marcas, pero para corregirlo habría que decapar y lijar de nuevo con el consiguiente riesgo de dejarla tan fina como un papel de fumar...
Las grietas estaban reparadas por el interior con más o menos tino, pero hasta que no colocara las cuerdas no sabría si aguantaría....
El puente estaba "tapado" con pintura...
Y lo peor... el mástil curvadísimo y el diapasón destrozado. Por no hablar de los trastes...
Lo primero que hice fue descubrir de qué madera era el mástil. Y, sorpresa! yo diría que es pino...
Quité las marcas a base de lija e intenté enderezarlo con humedad, sargentos y un regle. Pero no hubo manera.
Quité las marcas a base de lija e intenté enderezarlo con humedad, sargentos y un regle. Pero no hubo manera.
Así que pasé al plan "B". Un refuerzo a saco Paco. Total... quien lo va a notar una vez hecho...
Una vez encolado el diapasón, lo lijé para quitar las irregularidades y quitar la pintura.
Opté por un tinte y acabado al aceite para dejar un aspecto más viejuno.
Depués a retrastear.
Y lo siguiente es el acabado del mástil. Tinte y muñequilla.
Le toca el turno al puente. Más de lo mismo: lijar, cantear, teñir y aceitar.
Algunas clavijas estaban algo rotas y sin sus embellecedores. Las apañé como buenamente pude y le di un poco de gomalaca a la pala.
En las siguientes imágenes se puede apreciar la evolución del diapasón.
Y el resultado final. Tras poner las cuerdas y comprobar que la tapa aguantaba, le dimos algo de uso y en una semana la devolvimos a su dueño con un mástil funcional y un ajuste como dios manda.
A juzgar por su cara el resultado fue satisfactorio y yo feliz y contento por haber recuperado una guitarra que antes era impracticable por la curvatura del mástil.
Y ya está! Hasta otra!
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